domingo, 7 de julio de 2013

Algo del proyecto.

Es un poco Largo, pero ahí va, es parte del proyecto.


Ya cerrando Enero, Daniela Chanti y Daniela Díaz Caldera volvieron a encontrarse y se contaron las nuevas. Daniela Chanti que lo de Gastón Mosquera no iba más, y Daniela Díaz Caldera todo lo que había hecho en México. Allá había visto un espectáculo de acrobacia en tela y trapecio buenísimo y que se había anotado en un curso de verano.
Le gustaba el deporte y la actividad física, de chica había hecho gimnasia artística y hasta bien pasada la adolescencia, hockey. Tenía polenta y no se cansaba, al contrario, era muy inquieta y necesitaba estar siempre en movimiento, una de las cosas que había enamorado a Luis.

Averiguó y una amiga le recomendó un lugar en capital, no era muy lejos del hospital, con cuota accesible y los horarios que tenía le permitían salir del trabajo e ir directo para allá, cerraba por todos lados. El único contratiempo era que le exigían el certificado de aptitud física, pero Daniela Díaz Caldera es una mujer que no deja pasar las oportunidades, y aprovechó para reencontrarse con Matías Conti, con quién hacía tiempo que no se veía y ya extrañaba.

-“¿Hola?”-

-“Hola, le hablo de la revista mundo doc y quería avisarle que nuestro selecto jurado lo ha elegido como el favorito del año.”-

-“¿A si?, pero que bueno, y me imagino que usted era parte de ese jurado.”-

-“Fui la única integrante, obvio ¿pero acaso debería haber otras?”-

-“Pero no sea celosa, si sabe que con su voto me alcanza y sobra, ¿para qué querría más?”-

-“No sé, no sé, me han dicho que usted es terrible.”-

-“Pero no crea nada de eso, son puras mentiras, además usted es mi favorita.”-

-“Bueno mejor así. Pero volvamos a los que nos compete….”-
-“Por favor, volvamos a eso que me interesa mucho. El premio digo.”-

-“Si, yo estaba hablando de eso también, ¿le parece la semana que viene hacer la ceremonia de entrega? Sería algo íntimo, solo usted y yo, sin nadie de los medios.”-

-“La semana que viene, la semana que viene, …………………………………., ¿puede el martes por la tarde? Tengo algo arreglado pero lo puedo mover.”-

-“Me parece perfecto, ¿a las 18 donde siempre?”-
-“Donde siempre, hasta el martes entonces.”-
-“Hasta el martes, ……………………ah, espera, antes que cuelgues, una cosa.”-

-“¿Qué pasa?”-
-“Necesito que me hagas un certificado de aptitud física para presentar en un lugar, después te cuento bien, llevá algún talonario y el sello ¿dale?”-

-“Ok, un beso.”-
-“Un beso.”-

Matías Conti también era casado, aunque tenía hijos, Vanina y Paolo, identificados en el prontuario de la casa como los mellizos revoltosos, y Constantino, el bebé dormilón. Desde un primer momento había quedado claro que se gustaban, la pasaban muy bien juntos y se divertían, pero que ninguno pasaría el límite de las exigencias. Este último era el ingrediente más presente de todos y el que le daba el gusto de la continuidad. Hacía mucho que se veían y nunca habían tenido una discusión. Pero claro, y aunque no lo decían, siempre estaba la fantasía rondando, “en otras circunstancias”, “en otro momento”, “si nos hubiéramos conocido antes”, pero no dejaban de ser meras hipótesis y ninguno de los dos estaba dispuesto a arriesgar. Seamos claros, no es nada en contra de Virginia o Luis, pero en cierto sentido era una pena. Las veces que salían a algún bar, boliche o a cenar, daban la imagen de una pareja constituida y sólida. Se complementaban y entendían mucho, salvo en una cosa, en ponerse de acuerdo quien había buscado a quien.
Ambos decían que era el otro quién había hecho todo lo imposible para conseguir algo y por supuesto ambos se encargaban de negar o refutar lo que el otro decía. Ya se había convertido en un juego y le encantaba pasar el tiempo discutiendo eso. Muchas veces era el motor de arranque de la conversación y competían para ver quién tocaba y retocaba la historia a su conveniencia.

-“Si, dale, como aquel día que me hiciste ir a tu oficina por no sé qué tema de los gastos y te habías puesto las botas negras esas que tenes, y cuando me viste que venía por el puentecito, te paraste y me esperaste apoyada sobre el escritorio y de espaldas.”
- “Andaaaa, ¿Que botas negras nene?”-

-“Esas que te quedan de puta madre, que tienen como flecos.”-
-“Ves que sos un chamuyero, esas botas me las compré hace poco, dejá de inventar ¿queres?”-

-“Sos vos la que inventas, las tenes hace una banda. Vos me buscaste y no lo querés admitir.”-
-“Chamuyero, chamuyero, chamuyero.”-

Beso.
Llegó el martes. A Daniela Díaz Caldera no le gustaba mucho las rutinas, y una de las pocas que se permitía era previa a los encuentros con Matías Conti. Dejaba el 147 en un garaje y se encontraban en un bar medio escondido. A veces Matías Conti llegaba tarde, otras Daniela Díaz Caldera, pero a ninguno  le molestaba. En eso se parecían y esperaban al otro leyendo alguna de las revisas viejas que el gallego dueño del bar ponía a disposición del cliente. Matías Conti por lo general agarraba el ole, o si era principio de mes el gráfico, mientras Daniela Díaz Caldera alternaba entre la Hola, la Gente y la Paparazzi.

Estaba leyendo en un ejemplar sin tapas una nota sobre el nieto de Mirtha, cuando escuchó un portazo y la alarma del auto de Matías Conti. Cerró la revista y se trajo más cerca suyo la lágrima.     - “¿Café? ¡Con el calor que hace!”-, -“Sí nene, ¿qué te pasa?”-, se sentó, -“Maestro, ¿nos traes una cerveza de litro?”-, miró a Daniela Díaz Caldera y agregó -“Con dos vasos, y unas papitas.”-, -“Y unos palitos y manicitos”-. Le clavó la mirada. -“Tengo hambre che”-, -“Para variar”-, -“No te hagas el gracioso que no te sale. ¿Trajiste el sellos y el formulario?”-, -“Por supuesto, ¿con quién te crees que estás hablando?”-, -“No te agrandes ¿queres?”-, -“A ver, ¿Qué es lo que te pidieron?”- Daniela Díaz Caldera sacó de su cartera un papelito largo y finito y se lo pasó, -“Pero acá dice que también te tenes que hacer un electro”-, -“¿Y?”-, -“Y nada, que te lo tenes que hacer, no lo podemos dibujar”-, -“Que pesado nene”-, -“¿Qué queres que le haga?, pero es fácil, ¿podes el  Jueves?”-, -“¡Como estas!, ¡recién llegas y ya me queres volver a ver!”-, -“Bue, ahora la que se agranda sos vos, vení el Jueves que le pido la sala al Ruso Cassino y te lo hago”-, -“¿Me lo haces?, pero despacito por favor, que soy muy impresionable”-, -“Te lo hago como vos quieras, despacio, fuerte…”-, justo apareció el gallego trayendo la cerveza, 2 vasos estilo Weizen muy gastados y 3 platitos metálicos con los ingredientes, acomodó todo sobre la mesa y se llevó el posillo. -“Gracias”-, pero se fue sin contestar. Habían encontrado el lugar al poco tiempo de empezar a verse y les pareció un refugio ideal, a media cuadra sobre una calle poco transitada, con un árbol en la entrada y un poco sucio. El gallego los había terminado de convencer, su parquedad aseguraba discreción y a Daniela Díaz le había gustado el uniforme que usaba, uno de esas viejas chaquetas de mozo blancas con los botones cóncavos plateados. -“Me hace acordar a una confitería que iba de chica, cuando estábamos de vacaciones en Córdoba”-.

Matías Conti sirvió en las copas y comió unas papitas. Tomó unos tragos y quiso agarrar unos palitos. Con sus reflejos al máximo, Daniela Díaz Caldera puso su mano para impedírselo -“Eeeehh, son mios”-, Matías Conti retiró su mano y quiso agarrar los maníes, pero la situación volvió a repetirse -“Estos también son míos”-. Esta vez Matías Conti le tomó la mano y como parte del juego se la corrió. Danielas Díaz Caldera soltó el vaso y colocó la mano liberada sobre los maníes. Matías Conti se prendió y juguetearon alegremente con sus manos, saltando de plato en plato, hasta volcar el vaso de Daniela Díaz Caldera sobre la mesa. -“Ves nene lo que me haces hacer, sos insoportable”- Antes que hiciera falta pedirlo, el gallego apareció impávido con su trapo rejilla y limpió la cerveza derrama. -“Gracias”-, pero el gallego volvió a irse sin contestar. Cuando se metió tras el mostrador Daniela Díaz Caldera soltó por lo bajo la risita que tenía contenida. -“Tomá, te doy 1 sola, pero no me pidas más”- Tomó una de los palitos (que por suerte se habían salvado) y se lo acercó a la boca.
Terminaron -“¿Nos cobrás?”-, el gallego sacó los tikets del pinche y sumó, -“41 pesos”- , Matías le pagó con 2 de $20 y 1 de $5, -“está bien”-, a lo que el gallego contestó como de costumbre.

Se subieron al auto de Matías Conti y rumbearon para el telo de siempre. Esa era otra rutina que Daniela Díaz Caldera se permitía, ir siempre, o casi, al mismo telo. Si lo pudieran contar, lo catalogarían de “mirá que casualidad”, porque habían ido por primera vez el mismo día que habían descubierto el bar. Ese día a Daniela Díaz Caldera le habían entregado por la calle una tarjeta y ella sin darse cuenta de lo que era, la había aceptado. Cuando estaban en el bar la había sacado de su bolsillo y se había empezado a reir. -“¿Qué pasa?-, nada, mira que tiernos los ositos panda, -“Pero es de un telo”-, -“¿Como de un telo?, no me había dado cuenta”-, -“Sí, ¿no ves?, aire acondicionado y Futbol codificado”-, -“¿Para qué te ponen que tiene futbol codificado?”-, -“Nosotros tenemos la teoría que es para la trampa, vos le decis a tu esposa “Me voy a ver el partido con Sergio y Sebastián”, y te vas al telo, y si a la vuelta te pregunta, algo podes haber visto”-, -“Mmmm, no sé, puede ser”-, -“Es lo único que se me ocurre, a mí lo que me da gracia es cuando te ponen “Aire Acondicionado”, yo ni loco te voy a un telo sin aire, me muero”-,   -“Andá exagerado”-, Matías la había mirado haciéndose el enojado, -“Por algo estamos hablando del telo ¿no?”-, -“Que enojón que sos. ¿Vamos a probar este?”-, -“Dale vamos, pero decime la verdad vos queres ir a porque te gustaron los ositos?”-, -“Sí, son re tiernos”-. Y así fueron por primera vez, y como les gustó y los mandaron a una habitación donde podían regular a gusto de los dos el aire acondicionado, lo tomaron como rutina, pidiendo siempre que podían la misma habitación.
Tuvieron suerte y esa habitación estaba disponible.

(Acá viene una parte que no estoy pegando)
Se vistieron y se fueron.
-“Pobre la gente que trabaja limpiando estos lugares, es siempre un chiquero”-, -“¿Qué?-, -“Digo, lo que limpian, siempre dejamos todo hecho un asco, con todas las piezas por el piso, pobres”-, -“Pero es su trabajo”-, -“Sos un insensible nene”-, -“Bueno che, no te enojes. Me quedó picando, ¿para que es el certificado este?”-, “Ah, no te conté, voy a hacer acrobacia”-, -“¿En serio?”-, -“Sí, ¿por?”-, -“No, por nada, es justo para vos, tenes muy buena apertura de piernas”-, -“Sos un ordinario nene”-, -“Bueno, ya está, un chiste, no te enojes”-.

-“This is the end, beautiful friend, this is the end, my only friend, the end, of our elaborate plans, the end, of everything that stands, the end, no safety no surprise, the end, I´ll never look into your eyes…again, can you picture what will be, so limitless and free, desperately in need…of”-, -“Si hay que me gusta de vos es que cantas siempre”-, -“Tanto no, ahora porque vengo de pasarla muy bien”-, -“Gracias, pero en serio, siempre estas cantando. Además tenes linda voz, me gusta”-, -“Bue, espera, canto mucho, pero de ahí a tener buena voz, nada que ver”-, -“Sí, cantas lindo, a mi me gusta”-, -“No me chamuyes, no hace falta”-, -“No te chamuyo nene, en serio, tenes re linda voz”-, -“Si vos lo decis”-, -“¿Qué, no me crees?”-, -“No, no, está bien, no digo que no te crea, sino que nunca me lo habían dicho, me sorprende”-, -“Por ahí conmigo te inspiras un poco más”-, -“Sí, puede ser”-.
Prosiguieron uno metros.

-“Qué pasa nene que pones esa cara”-, -“Nada, estaba pensando, lo que siempre te digo, si fueras tipo tendrías todas las minas, sos re mandada en las cosas que decis, está bueno”-, -“Y si vos fuera mina serías de las típicas mosquitas muertas, porque te tengo re junado, pones esa carita de inocente, calladito, pero sos terrible. ¡TE-RRI-BLE!”-, “¿Yo terrible?, nada más lejos de mi”-,              -“No te hagas el inocente, que sé de tus andadas y todo lo que se comenta”-, -“Es todo mentira, además si le vamos a creer a todo que cuentan, vos sos peor que yo”-, -“¿Qué queres decir con eso nene?”-, -“Nada, que la gente habla e inventa boludeces todo el tiempo”-, -“¿Y de mi que inventan?”-, “Quien carajo me mandó a meterme en esta”, -“Nada boludeces, te reitero, la gente inventa cosas todo el tiempo, yo ya hasta me rio de lo que inventan de mi”-, -“Pero que dicen de mi”-, -“Nada, boludeces, olvidate”-, -“Pero decime alguna, así yo también me rio”-, -“Que se yo, tiran que te comiste a aquel, o aquel otro. Que se yo, es tu vida y haces lo que queres”-, -“¿A quién dicen que me comí?”-, “La re puta madre”. –“No sé, no me acuerdo, ni bola le doy, digo simplemente que inventan y no hay que darles bola. Hay tipos que son terribles inventando”-, -“Son unos forros, porque si sos una mina dada, hablas con todos, te reis, ya te están metiendo en la cama, y si no le das bola a ninguno sos una mal cogida y tortillera. Se pueden ir vos y tus amigos que inventan historias a cagar”-, -“Pero yo no tengo nada que ver, yo ni escucho lo que cuentan, no le doy bola, y de lo que escucho me rio, no te envenenes”-, -“Para vos es fácil, porque sos tipo y quedas como un héroe, en cambio yo quedo como una puta y por cosas que no son verdad además”-, -“Por eso, no le des bola, son meras habladurías, son todos fracasados lo que inventan cosas”-, -“Fracasados que te joden la vida. Estúpidos”-, “Como mierda llegué a esto”, -“Tranquila Dani, es gente que no tiene nada que hacer, gente que no vale, no te pongas así por culpa de esa gente”-, -“¿Y como querés que me ponga?”-, -“A ver, ¿Sabes que inventaron de mi?”-, -“No, ¿qué?”-, -“Que los mellizos no eran mios, sino de Norberto”-, -“¿De quién?”-, -“De Alcantara”-, -“¡¿De Alcantara?!”-, -“Sí, fue justo para una época que me fui 15 días a Montevideo y Norber pasó por casa porque se había enfermado mi suegra, y justo alguien lo vio salir y empezó a desparramarlo, además justo los melli estaban en camino y no lo sabíamos”-, Daniela Díaz Caldera se empezó a reir, -“De Alcantara, que tarados, ya tiene un montón de nietos y todo”-, -“Viste, pero bueno, es un rumor que circula”-, -“Es cierto, yo lo escuché, fue una de las primeras cosas que me contaron de vos”-, -“Te vendiste sola, ves que sos vos la que me buscó a mi”-, -“No nene, nada que ver, eso fue después que vos me buscaras”-, el juego empezó de nuevo y duró hasta que Matías Conti dejó a Daniela Díaz Caldera en la puerta del garaje, -“¿Nos vemos el Jueves entonces?”-, -“No sé, lo voy a pensar”-, “Como zafé”.

2 comentarios:

  1. Me gusta, va rápido, con agilidad. Es más, lo leés y no te das cuenta de que es un texto largo.
    Una de las cosas que me llama la atención es que creás todo un clima para una situación compleja posterior. Esto es porque, lo último que a uno se le ocurriría con un amante es tener este tipo de conversaciones. Es como que los dos personajes ya encaran de entrada mal el amorío, porque se involucran demasiado entre sí.
    Sabés a qué me hace acordar? A las historietas de Horacio Altuna.
    Además, fijate esto: hablo de los personajes y no en detalle de la forma de escritura, porque te va llevando la historia.
    En el próximo posteo, nos debés algo del gordo que hoy no apareció.
    Analía

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  2. Me encanto obviamente dan ganas de seguir la historia esta muy bien lograda la imagen que tenés de la mina, Además uno se imagina los lugares situaciones vividas bien muy bueno Alejandra

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