viernes, 12 de julio de 2013

Nefertiabet - Analía

Cabello negro como el terciopelo que cubre la piel del caballo que monta el rey, y tan suelto como las crines que nacen de su cabeza.
Piel aceitunada por la herencia y por el sol, y las rarezas propias de la mezcla.
Se la nombra proveniente del este, cuando el astrónomo figura a Mintaka, naciendo ese día antes que sus dos hermanas, en ese punto cardinal.
En un recinto de piedra caliza pulida, levita sobre el piso frío que recuerda batallas ganadas y que forman el paisaje de lo que ella llama cadena.
Escribe en hojas secas, camina descalza.
La melancolía que padece es legendaria. Sufre por conocer las regiones de más allá, y a los vencidos, cruzando la tierra.
Escapa una vez.
Corre en la noche atravesando de par en par la margen del río, llegando hasta naciones extrañas.
En otro tiempo tiene a Siret, y en otro más lejano aún, una carta llega anunciando la escena.
Vuelve a ocupar su lugar.
Es sentada en un banquete, obligada a vestir con la piel del animal que su padre solía cazar, mientras un artesano cincela la estela.
El pelo azabache atado tirante, la piel ajada como papiro en el tiempo. Cayado y flagelo se vuelven sus cetros e inician el molde que aprisiona su paz.
Mira con desorden a Siret que la observa por última vez, con llanto de niño desde la puerta, y el silencio del grito retumba tan fuerte que se mueven las paredes de piedra.
Nefertiabet al oeste agoniza, se destila pequeña, como serpiente que muere descamada, sobre el estrato calcinador de la arena.

1 comentario:

  1. Guau amiga!!!! que historia y eso que no le di clases de historia jjja muy muy buena, va otra de tus tantas porquerías jajaja
    Alejandra

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