(titulo no definido)
En el lugar hay una televisión en
lo alto, en la esquina, sujetada por un soporte entre paredes blancas sin
manchar ni un poco. Y en la pantalla está el canal de cable llamado TN con un
titular en rojo, que dice en letras mayúsculas “animales hasta en la sopa”. Los
presentes miran, incluso la perra. El amigo borracho se fue o fue echado
cordialmente por el clima incómodo y tenso que se le sugería después de
semejante episodio. Quedó en su lugar una naranja sin pelar y comestible que
será comida por el hermano mayor, que fue a buscar un cuchillo para poder
hacerle un agujero en la parte superior y poder así absorber el juguito. El rey
San de pie y quieto, ahora, recto y más bien inclinado hacia atrás con los
brazos cruzados e inmóviles. Con su cuello en alza mirando el televisor. Y
entonces llegan los novios. Son ella y el menor con su bufanda violeta, blanca
y azul marino, le guiña un ojo a la perra que lo ve llegar y a modo de
respuesta solo deja su cara inexpresiva, o más bien en punto muerto, y se deja
caer como lo hace un resoplido. Una vez más. La televisión en un sonido que no
se llega a escuchar por suerte y todos parecen calmados y en cámara lenta. Ahora.
Pero cuando ven al tipo de uniforme pasar con su planilla bajo el brazo y lo
siguen con la mirada, pero él solo se acerca al dispenser y se sirve agua y se
acomoda una de sus alpargatas blancas y aprovecha para acariciar a la perra y
mientras… todos lo están mirando. Pero él ni caso y la perra levanta la cabeza
y mueve su cola de izquierda a derecha muy felizmente y él sonríe. Y entra en
una habitación de la que no sale ningún sonido nunca.
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El rey de la de la familia San camina por todo el lugar intentando dar una sensación al resto de nada-de-lo-que-digas-puede-ser-inferior-a-mí. Pero nadie parece percibirlo así. Entonces:
Una joven con algo de joroba está tejiendo una bufanda que podría ser, por los colores, tranquilamente del Real Madrid. Ella tiene unos atractivos y enormes labios carnosos que todos podrían asociar fácilmente a los de una actriz, pero ella es más hermosa porque no pretende serlo. A él lo mira rápidamente porque no se atreve a sostener la mirada o porque la bufanda requiere más atención. Ella apenas muestra sus ojos negros y profundos que nunca contienen palabras, sino más bien, todo lo que vos quieras pensar sobre vos mismo puesto en las palabras de ella. Entonces siempre es juzgada, por lo que sufre en secreto y tímidamente. Sufre. Y solo estando alguna vez con uno de sus novios tuvo la necesidad de explotar (expresar en crudo y abiertamente), cuando el novio quiso meterla y ella, condescendientemente, siguió con eso, mientras su cara se achicharraba con cada vez, y entonces a los pocos segundos tuvo que decir “no” y se puso a llorar y pidió perdón muchas veces y cuando se quiso dar cuenta estuvo sola y tejiendo una bufanda, y con el miedo eterno a llorar y a coger de verdad, es decir, tan joven y hermosa ella tiene la desgracia de temerle al amor. Y mientras:
El rey de la familia San toca la cabeza rapada de su hijo mayor, el joven salta del repelus, lo mira, el padre le guiña un ojo y sigue recorriendo el lugar. Enfrente está sentado su hermano menor que le dice “piensa rápido” y su brazo se mueve velozmente de atrás hacia adelante con algo naranja en la mano, haciendo pestañar y asustar al mayor. Y cuando escucha la risa de su hermano él solo sonríe, y de nuevo cierra los ojos y lleva su mano, sin apoyar, a la panza peluda que descansa al pie de su silla, y juntos esperan que vengan las buenas o malas noticias. Y mientras:
Una perra vieja y marrón no puede dormir y lo intenta de hace rato. Se sobresalta un poco cuando una mano se acerca y se queda cerca de su estómago con cáncer sin tratar, y la mano levita y se mantiene a centímetros del pelaje marrón, y ella con sus ojos que parecen cada día mas agotados y desesperados, con esos ojos mira la mano y después más arriba, y ahora que ya sabe quién es deja caer su cabeza una vez más. Según la familia San los veterinarios suelen recurrir fácilmente a las pastillas que te duermen, “pero ya saben…” dice la reina “…medicamentos es igual a veneno”. Cuando es saludada por una persona borracha que llega en este preciso instante, que habla balbuceando y de forma graciosa, por lo que es el favorito del rey, cuando él le dice algo, ella pide en silencio y a gritos, a Jesú Cristo o a cualquier otro bondadoso que la escuche, que pretende dormir más de ocho horas seguidas, por favor. Entonces ella decide dejar de escuchar. Cuando el amigo borracho le dice “Hola”, ella no se mueve ni un poco.
El hermano mayor sigue igual y simplemente no hace absolutamente nada. Y después:
Cuando el mejor amigo del hermano menor, que es el borracho, se mueve torpe y ruidosamente porque su celular suena en sus pantalones finos y apretados, que parecen estar a la moda en esa época, y que no son apropiados para sus anchas y flácidas piernas. Cuando el celular suena y el sonido que tiene es el de una banda que a mediados de los ochenta hacía una música bastante ruidosa y rápida, pero que es mundialmente conocida por hacer un rap soberbio y potente, y cuando el mejor y borracho amigo de uno de los hermanos San logra sacar el teléfono de su bolsillo apretado y cuando por fin atiende: la perra sorda se acomoda mientras tanto, la bufanda es más grande ahora, la naranja es más naranja ahora, la reina se está muriendo adentro y el rey prende la televisión. Cuando por fin atiende, y pregunta “hola” y nadie contesta, es decir, cuando el ringtone se corta dejando el eco del estribillo en su momento cielo, en el clímax hipersónico de la canción de los Beastie Boys (el sonido del microsegundo es fantasmal y emotivo); el borracho por fin: se destroza, estrella. El teléfono es violentamente arrojado contra el suelo lustrado del lugar, y el sonido a plástico y vidrio de plástico y chips altera muchísimo. Y finalmente cuando todos los presentes están con las orejas, los nervios y el pelo de punta, pero la reina sigue muriendo; es la perra vieja y marrón la que está roncando. El hermano mayor hace un gesto de “uff que sacado” pero sigue igual y el menor dice “eh bancá” y dice “che loco” y se levanta. Se le acerca con toda una postura corporal ofensiva pero no violenta y con el dedo índice en alto y repite, “che loco, che loco” pero se calla y la mira y se va. La chica hermosa y de joroba levanta la vista y muestra sus ojos negros, que hacen contacto visual con el causante del inesperado y violento atentado celular, y cuando algunos sentimientos parecen salir a flote desde el fondo del océano negro, de esos cuatro ojos que se miran en aire de moléculas rápidas y caóticas de lo inesperado, entonces, el rey de la familia San, que mira la televisión de pie y dice “SHhhhhh”, patea con una fuerza brutal una silla de plástico y ésta se rompe en todos sus pedazos y todo queda en mayor silencio y la perra sorda escucha el silencio, se pone de pie y camina somnolienta hacia el joven causante del inesperado-y-violento-ataque-celular y le saca la lengua y le sonríe y mientras mueve su cola de derecha a izquierda rápida y felizmente. La cara de todos no es que la que podrían poner si lo quisieran. Y entonces entra un señor de uniforme blanco con su planilla y dice, “necesito hablar con algún familiar de Cristina San”.
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Él afuera del lugar. Hace frío. Y no se puede mirar nada realmente bello excepto que te gusten muchos los autos normales pero caros y nuevos que se venden en planes de sorteo y que tienen una pequeña gamma de elección de color que va desde el gris claro hasta el gris oscuro, algunos blancos y algunos pocos rojos, exclusivos. Y los autos están estacionados y alineados sobre el asfalto sin gastar y brillante feo, por el que suelen transitar los jóvenes y pordioseros. Dos rolingas buscan tapones de metal en las ruedas y cuando el cigarrillo se va consumiendo y quemando los dedos de él que puede ver pero no escuchar como una vieja les hecha la bronca. Y ellos se le ríen en la cara y uno escupe al suelo y toma un trago del vino en cartón que tiene. La vieja con la mano les da a entender que son unos sinvergüenzas y que posiblemente no tienen importancia y ellos se ríen. Ese que escupía lo hace de nuevo. Y se van caminando soberbia y amistosamente, se ve como sus cuellos se mueven y sus caras apuntan a las llantas más lujosas, y como uno de ellos se agacha y desenrosca un tapón (así con las cuatros ruedas) y como se ríen de nuevo y como caminan y ese que escupe lo hace una vez más y le pasa el vino en cartón al otro y éste toma un trago y se alejan mirando ruedas. Una bufanda se enrosca en el cuello de él. Siente los pechos. Se da vuelta y los toca. Ella sonríe y le dice “salí” y él sonríe y dice “ja!, tenía que intentarlo” y ella sonríe. “que quilombo” “si, que quilombo” y quedan en silencio y se fuman un cigarrillo cada uno. Ella tira la colilla primero, le saca cariñosamente la bufanda de su cuello y vuelve al lugar. Él tira su colilla, apaga las dos con su pie derecho y se va.
Creaste todo un ambiente Mauro, cosa que con el tiempo y luego de escribir me di cuenta no es nada fácil. Genial.
ResponderEliminarExcelente descripción de los personajes y los espacios totalmente imaginables
ResponderEliminarAlejandra
guau! es genial cómo invitás a creer, sobre todo a los que somos más estructurados y más viejos, que con las palabras todo es posible... hay algunas frases IM PA GA BLES. el texto es divertido, fresco, alocado y oscuro a la vez. no quería que terminara (y eso me parece un efecto difícil de lograr en el lector). Me encantó!!
ResponderEliminarSoy Tere
EliminarMagnífico es. Colgué y lo leí dos veces, y me sigue encantando.
ResponderEliminarMere