lunes, 14 de octubre de 2013

Escapando - Mauro Litvak

Las dos personitas iban corriendo por la cuesta y se dejaban caer sin pensar las consecuencias ni nada de lo que supuestamente puede llegar a ser importante. Ellos simplemente iban con el pecho adelante e inflado; y su pelo inevitablemente al viento por la velocidad de la bajada que era bastante empinada; y daba un poco de miedo. Ellos sin correr verdaderamente con impulso, simplemente se dejaban caer por la cuesta; que los dejaba llegar sin pensar y sin querer ser alguien o algo así; simplemente ellos dos: personitas jóvenes e inteligentes que por alguna razón son flacos; y uno rubio y otro morocho con remeras roja y azul respectivamente, y con ojos azules y marrones respectivamente, y con zapatillas nike y topper respectivamente. Tan flacos que parecieran casi desnutridos pero saludables, y con bastante buen sentido del humor; y amantes de lo verdaderamente no significante de la vida social y supuestamente universal y ostentosa,  para lo normal.         Lo Normal es lo que los persigue. Ellos escapan con una sonrisa enorme. El viento les infla los mofletes como globos que se expanden con cada porción mínima y centesimal de tiempo; que transcurre y nadie puede detener. Y cuando se inflaron mucho los mofletes uno de ellos empieza a gritar a lo indio, como una especie de gárgaras con tremolo, o algo así. Y simplemente la boca y los mofletes zigzaguean y parecen flácidos y esponjosos como los de bob esponja. Cayendo. En la calle no hay nadie excepto los arboles verdes y brillantes del hermoso otoño caliente del domingo. Con el sol que les ha tocado, sin nubes, y con olor a asado y hojas en el aire, ellos son felices. 

viernes, 11 de octubre de 2013

Deseos-Alejandra

DESEOS
Espero que aparezcas
Y no apareces.
Apareces cuando
no espero que aparezcas.
Me esfuerzo para
que seas olvido
Apareces cuando
Creo que eres olvido
Y sin embargo
Olvido que espero
Que aparezcas.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Mirada Perdida. Daniel S.-

Cuantas mentiras para una sola verdad habría dicho El Gran Lucio. Todavía recuerdo que cansado de verme de miseria en miseria me llevó a una curandera en Junín. Es como cuando te tiran las cartas Fabito, no tengas miedo. Y no lo tenía, sin embargo hoy veinte años más tarde me pregunto por qué no lo tuve, por qué no actué distinto, por qué no tomé una decisión por mí mismo.
Papá nos quería, Blanca y yo éramos su todo y a pesar de sus firmes negativas a tocar el tema, desde la enfermedad de mamá él cambió. Nunca pudo ocultarlo completamente sobre todo frente a Blanca, que con sus tres años más que yo siempre estuvo atenta al detalle. Una noche, la de su cumpleaños número catorce vino corriendo a nuestra habitación y con un claro Shhh me llevó en puntas de pie hasta la habitación de papá. Éste estaba sentado en la cama, de espaldas a nosotros que lo espiábamos por la abertura de la puerta. Su torso estaba encorbado, parecía transpirar, y mientras que con la mano izquierda sostenía una foto de mamá, con la derecha hacía algo que yo no podía divisar ni entender. Al ver mi desconcierto Blanca me habló al oído Vos no entendés pero eso está muy mal.
Nunca pude llorarla, la tarde en que lo supe me desmayé y al despertar en el hospital me dijeron que habían pasado cuarenta minutos, para mí habían sido meses. Me daba rabia ver a Blanca y a papá llorar sin consuelo cuando yo no. Me juraba en mis adentros que todo mi sufrimiento era mucho más profundo que el de ellos, y lejos de reprocharles, los quería aún más. Blanca dejó de llorar después de unas semanas, papá no. Una tarde mientras desde mi habitación lo escuché sollozar tomé un punzón y lo apreté fuerte contra la palma de mi mano izquierda. La sangre comenzó a brotar y por un instante el dolor fue tanto que creí posible llorar. Volví a desmayarme aunque esa vez desperté en mi cama.
Yo era más de mamá, Blanca más de papá y entre ambos grupos, creo yo, se habría formado una sinergía tierna, dulce; habríamos sido felices. Sin embargo, cuando mamá se fue una parte de ella se quedó conmigo y en mi afán de no dejarla ir le regalé mi parte más preciada, esa que dice que sí cuando todo indica que no. Blanca fue la primera en notarlo mientras que papá necesitó más tiempo, y temiendo que para entonces sea demasiado tarde se abalanzó tanto sobre mí que terminó descuidando a Blanca, con quien nos fuimos uniendo poco a poco más y más.

Ella se casó, tiene dos hijos y aunque sé no es la mujer que de niña soñó así está bien; sonríe de vez en vez. Yo no me casé ni tengo hijos, y a pesar de entender de blancos y negros en mi vida abundan los grises. Hace poco me crucé con León, el hermano de papá, y siendo condescendiente me preguntó cómo estaban las cosas entre nosotros. A Lucio no lo veo hace ya unos seis años le dije, y en un tono triste agregó Nosotros sus hermanos le pusimos El Gran Lucio por ustedes. Vos y Blanca son dos chicos bien. Él hizo todo lo que pudo y estamos muy orgullosos.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Diapasón para un desquicio - Analía

Como un simbalión. Como una estructura que se apoya en las bases que componen mi mente, es que hablo conmigo para no soltar la cordura.
Y aquí estoy, rodeado de un blanco pálido que engarza el negro golpetear de mis latidos estrechos, profundos, marcados, esperando noticias desde algún más allá.
He tratado de elaborar las retóricas cuando me quedé sin ideas. He usado materiales no usuales para crear invención.
Inventé miles de mecanismos físicos que evitaran la desidia, la maldad, el rencor. Usé las palabras, las manos, los ojos y hasta el silencio para dar estocadas que sacudieran las almas perdidas de cuantos agonizantes encontré, en numerosos caminos.
Sacudí las hojas secas en neuronas polvorientas, adormecidas por licores, estupidizadas por finos granos claros de alguna cosa, sin obtener más que rojos párpados y no más que elegantes aglutinamientos, vacíos de resolución.
Si, también he probado el sabor de la espada alguna vez, amarga como raíces de tubérculos enterrados que nadie ve, y es mi mérito haber pasado la prueba sin máscaras tiesas, sostenidas por hilos.
Viví sin opio. Sin ajenjo. Sin láudano. Y con cada creación, en cada paso que dejo, crece en mí una especie de euforia para nada mundana, un elemento de algo que se adentra en mi destrozado, solo, y siempre herido corazón, para entenderlo sin bajezas.
He creado instrumentos a lo largo de mi vida. Tocados sólo por el centelleante ritmo de la aceleración de mi cerebro. Descontrolado estuve en ocasiones, pidiendo a gritos un ínfimo y áspero rastrojo de visualización, más allá de los iris equívocos de cualquier espíritu.
Y así se fueron tejiendo los mapas matemáticos de un anagrama politeísta, en falsas concepciones sanas, y llegué a esto que soy hoy.
Un despojo. Veo agua sucia en un pantano viejo, intentando atravesar el barro de las ecuaciones nulas que no van hacia ningún lugar, y que jamás me prestan respuestas a los ejes que formulo.
Busqué una y otra vez una liana de fibra resistente que soportara mi peso, y cuando desistí por fin, me arrastró la corriente hacia todo aquello que se presupone aceptado, más por ser diferente es que lo padezco en el frío.
Ahora navego en aguas tranquilas hacia flagelos que nadie desea, pero de los cuales todos hablan y prueban, porque saben que la semilla de una amapola molida retuerce vigilias y adormece cualquier vacilación.
El hecho es que estoy aquí, sentado en un cuarto de polinomios sin números, y todo no es más que un espejismo de cavidades profundas, tan profundas que puedo salir del agua y llegar a una orilla, bucear en mi ser en brisas calmas y limpias, aún gritando por la masa que se aleja arrastrada, mientras se ahoga, riendo perdida.
Espero encontrar el bosque. Tengo dolor y lo siento. Pero viajo con estructuras. Hablo conmigo para soltar el delirio. Sigo ahora solo, muy lejos ya del caudal. Y encuentro paso a paso álgebras pequeñas de soluciones posibles, con mis sentidos intactos, sin anestesias raquídeas.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Se que no es bueno... pero bueno solo es para que vean que lo sigo intentando!!!


AUSENCIA

No fue un ataúd

Quien reveló tu ausencia

Fueron esas miradas

Que ya se fueron,

Los millones de holas

Que ya no escucho.

Esas llamadas

Que aun espero

Tus ojos verdes

Que ya no veo

Encuentros furtivos

Que hoy son recuerdos
 
Alejandra Gianferro

viernes, 6 de septiembre de 2013

Supongo que el resto del grupo va a estar de acuerdo con dejarle un saludo especial en este blog a nuestra compañera Teresita te deseo lo mejor en tu viaje, disfruta todo lo que puedas y ojalá podamos vernos a tu vuelta Besos
Ale y todos!!!

domingo, 1 de septiembre de 2013

El jueves no voy a poder ir. Así que les dejo lo que me surgió de la última consigna. Es largo y la próxima vez que vaya se los llevo en papel. Igual está recién comenzado y no tiene título todavía.

I

Los codos se movían furtivamente. La tanza volaba y latigaba descomponiendo y reflejando la luz. Había ido río arriba y había venido bajando hasta detenerse un rato en un codo con una linda corredera. El sol le pegaba de costado y la ruta a su espalda cambia el tono de los autos y camiones cuando pasaban.

Látigo, látigo, látigo, y soltaba. Nada. Otra vez. Nada.

Se metió un metro más adentro y el agua le pasó las rodillas. Torció un poco la caña y siguió tirando. Miraba el agua correr y elegía el lugar, estaba seguro que estaban ahí.

De golpe sintió el tirón. Rápido con la izquierda empezó a recoger y buscar. Pegó el salto, era un arcoíris. No era lo que estaba buscando, pero lindo bicho al fin. La corriente en contra y la trucha q se resistía doblaban la caña que mantenía bien en alto. Caminó un poco para atrás para estar más cómodo y terminar de traerla. Pegó unos saltos más hasta que la tuvo.

La tomó, le sacó el anzuelo y le pegó una mirada. Chica. Se puso de cuclillas y con la caña sobre el regazo la sumergió suavemente contra la corriente y la acarició para estimularla. Empezó a reaccionar y cuando estuvo lista huyó hacia la corredera. Se quedó así mirando el río.

-“Eso es lo bueno de esto ¿no?, no siempre termina mal”-, le dijo Juan desde la costa, -“Sí”-, le contestó Alberto dándole la espalda y sin levantarse.  -“Por favor te voy a pedir que te levantes lentamente y con las manos a la vista”-. Alberto se quedó como estaba y le dijo –“Me asombra que hayas podido llegar hasta acá con ese vejestorio. Nadie controla nada en este país”-, -“Es cierto. Por favor date vuelta tranquilo”-, -“También me sorprende que no hayas aprendido a andar en silencio”-, -“No quería sorprenderte, sé que no te gustan las sorpresas”- . Alberto empujó la caña al río y comenzó a rotar lentamente mientas Juan le seguía el movimiento con atención.

Todo pasó rápido, Alberto sacó el 22 recortado del bolsillo de su weather y disparó a la posición de Juan. Juan sospechaba esto, no solo que se había movido antes, sino que había apuntado a la izquierda de Alberto, sabiendo que se iba a mover allí. Sin embargo los 2 conocían los movimientos del otro y erraron.

Se hizo un silencio y el río volvió a llenar sus oídos. Quedaron enfrentados, a 5 metros de distancias y apuntándose y mirándose mutuamente. Alberto veía los ojos de Juan, duros, pacíficos, pero dispuestos a matarlo sin piedad. Juan veía a Alberto en su neopreno marrón y su reflejo en sus anteojos espejados. Casi no respiraban, y el silencio seguía sometiendo la situación. A lo lejos un camión se empezó a oír acercarse, venía de la derecha de Juan a toda velocidad. Era un chasis preparado para transporte de congelados y cuando pasó por el punto que el sonido pasaba de un oído a otro sintieron un disparo que impactó sobre el agua, a la izquierda de Alberto. “Abuela”, pensaron los 2 sin moverse. Sin bajar su arma Juan dijo -“Soltá el arma, sabes que el Abuela no falla nunca.”- Alberto dejó pasar un momento y sintieron otro disparo, esta vez muy cerca a la derecha de Juan. -“Seguís siendo vivo, te felicito por como quisiste aprovechar la oportunidad, pero creo que no voy a soltar nada”-. Abuela miraba todo por su mira desde una distancia prudenciable y se había acercado un poco más reptando. -“Está bien”- dijo Juan, -“por como yo lo veo Abuela nos quiere vivos, pero si uno se muere el otro no le sirve. Así que si yo te mato el me tira por la espalda, y si vos me matas, te pone una bala en la frente.”- y tiró su 9mm al piso. Alberto no sabía muy bien que hacer y dudó, hasta que un tercer disparo de Abuela, está vez mucho más cerca, lo convenció.

Se quedaron quietos esperando que Abuela apareciera. -“¿Dónde estás viejo choto?”- gritó Alberto. Nadie contesto. -“Te apuesto que viene de allá”- le dijo Alberto a Juan señalando a su izquierda, -“Mmmmm, no, para mí nos va a querer confundir, va a parecer por el otro lado”- le contestó Juan, -“¿1000?”- propuso Alberto, -“Sí”- aceptó Juan y continuó, -“esperá que le aviso.”-, tomó aire y gritó -“Dale viejo currero, y para que sepas ya apostamos de qué lado vas a aparecer”-. -“Sabía que iban a hacer eso.”- les contestó Abuela apareciendo de los matorrales justo detrás de Juan y formando una línea con Alberto. -“No acertó ninguno, me deben 1000 pesitos cada uno”- les dijo ya más cerca y sin dejar de apuntar. -“Chupala”- le tiró Alberto. –“Gracias, pero no”-, le contestó Abuela.

Abuela caminó un poco más y tomó las armas de Alberto y Juan. Se cruzó el rifle a la espalda,  puso la 22 en su cinto y los apuntó con la 9. -“Por suerte los encontré a tiempo, estaban por hacer una tontería. Entiendan que yo los aprecio y me hubiera entristecido tener que buscar al otro para matarlo.”-. Alberto y Juan rieron. -“Sos un tierno”- le dijo Juan. Alberto rio y le contestó -“Yo no, pero Martina sí”-. Sacó de su bolsillo un celular y se lo tiró, -“está listo, dale el play”-. Juan y Alberto se miraron extrañados y Juan apretó el play.

En la pantalla apareció en primer plano el rostro de Martina, la imagen estaba tomado medio de perfil y eso realzaba su nariz aguileña. “Holaaaaaa chicos” comenzó diciendo y movió la cámara para quedar de frente y que se lucieran sus ojos “Espero que estén bien y que no se hayan mandado ninguna macana. Yo estoy bien, en un lugar lejos que no van a encontrar. Para que vean que esto es reciente les digo que hoy es 18 de Septiembre y en Buenos Aires hubo un paro sorpresivo del subte en la línea A y en Metán quemaron una comisaría por una nena asesinada.” Hizo una pausa y continuó, “Le mandé este video a Abuela para que se los pasara. No podía seguir con la culpa, les tengo que pedir perdón, porque yo los amo, y eso no era parte del plan. Son unos hijos de puta y yo una boluda. Les juro que me re costó llevar el plan adelante y mi remordimiento fue tal que no podía dejarlos creyendo que era el otro quién se había llevado la guita. Les pido perdón, pero un escorpión no puede dejar de picar. Eso me lo repetías vos Juan y tenías razón” al decir esto último había movido la cabeza un poco a su izquierda y su imagen miraba hacia donde estaba Juan, “Y vos Alberto no te culpes por confiar, tuve mi gran lucha interna para tomar la decisión que tomé.” Mientas decía esto había rotado su cabeza hacia el otro lado y ahora miraba hacia la posición de Alberto. Hizo otra pausa, volvió a mirar al centro y continuó, “Casi me cagan, pero no me podía quedar, va en contra de mí”, y al decir esto mostró y se golpeó el tatuaje de escorpión que llevaba en su brazo. “Por eso no me fui rápido y les hice creer otra cosa, pero mi naturaleza ganó. Pero les juro que los amo. Y por eso dejé todo arreglado para que lo de ustedes se olvide. Le pasé a Abuela los datos del abogado que se está encargando de todo, espero que los encuentre rápido antes que se manden alguna cagada. Me dijeron que este tipo es muy bueno y tiene los contactos necesario. Me salió muy caro, pero tómenlo como mi último pedido de perdón. Bueno, antes de empezar a ponerme sentimental me despido. Les mando un besote a los dos, los amo y los voy a llevar siempre en mi corazón.” Tiró 2 besos a la pantalla y la grabación se cortó.

Alberto y Juan se quedaron en silencio. -“Me devolvés el celular”- le dijo a Juan y esté se lo arrojó. -“Sí, yo estoy tan sorprendido como ustedes”- dijo Abuela, -“por suerte los encontré justo eh. Ya hablé con ese abogado y está todo solucionado, puso la guita donde la tenía que poner y se podía decir que ni siquiera hubo una muerte. Por suerte el viejo no tenía parentela, así que fue más fácil”-, Juan y Alberto estaban todavía pensando y no contestaban, -“Vamos che, la que nos cagó olímpicamente fue Martina, así que ya está. Dense la mano y déjense de joder.”- Juan y Alberto se miraron y se dieron la mano -“Que pelotudos que fuimos”- dijo Juan, -"re pelotudos"- les dijo Abuela y concluyó -"y me deben 1000 pesos cada uno"-, -"Ni en pedo viejo currero"- le dijo Juan, y Alberto agregó -"Chupala boludo"-.
II
Alberto y Martina se habían conocido por medio de unos conocidos. Habían quedado en un bar y aunque él había llegado temprano, ella ya estaba allí, sentada en una mesa junto a la ventana. Caminó hacia donde estaba y cuando estuvo cerca le espió la tanga azul que el tiro bajo verde claro no podía ocultar. Se sentó y le dijo, -“Así que vos sos Martina, no me dijeron que eras tan linda”-, ella lo miró y le contestó -“y a mi no me dijeron que eras tan mal educado. Hola, como estás ¿no?”-, -“Hola, pero pasa que no me gusta perder tiempo, eso te lo tendrían que haber dicho”-, -“Digamos que con otras palabras, pero sí”-, -“A bien, te pasaron buena data. A mi también, por ejemplo me dijeron lo del tatuaje  ese”-, -“¿Ah si?, ¿y que te dijeron?”-, -“Eso, que sos como un escorpión porque te defendes con la cola”-, -“Te fuiste al carajo chabón”-, y se levantó y se fue, -“Espera, no te vayas”- le dijo y la sujetó del brazo.
Ella le contó el plan más tarde, ya amaneciendo y tirados boca arriba en la cama fumando. Había conocido a un viejo por Internet y lo tenía enganchadísimo. Era soltero, sin parientes y tenía toda la torta. Era ingeniero, pero no vivía de eso, sino que estaba con el tema de los caballos. Todavía no sabía bien como, pero era una mina de oro y había que aprovecharla.

jueves, 29 de agosto de 2013

¡Hice la tarea! - Mere



Diseños inteligibles para tentar mi vista.
Ultrajado, corrió entre cuadros teñidos químicamente, había dicho.
Después insinuó “químicos, líquidos, lavar y tender”.
Inadvertida, tendí grandes cuadros, genuinos, invaluables.
Imperiosos hexágonos púrpuras, terracotas, azules:
¿Tanto movimiento corromperá nuestro habitual  narcisismo?
Tanta fobia desgarrada, fugitiva: sólo imagina
otras figuras, iguales ahora, perfectas.
Buscando motivaciones  quiméricas, astrales, inconscientes,
acelerando pecaminosamente ambos hemisferios.
¿Para qué tanta ilusión desenfocada,
mientras nuestras retinas, indiferentes,

temen percibir cuanto universo habite allí dentro?


Este texto es fruto (aún no maduro) del ejercicio de traducir un texto corto.
Mi idea fue traducirlo de tal manera que cada palabra traducida comience con la misma letra que la palabra del texto original. Costó un poco, pero aquí está. Nos vemos hoy, camaradas. Abrazo.

martes, 27 de agosto de 2013

El constructor- Alejandra


El constructor

Muros nuevos

Sobre ladrillos desgranados

Vigas despojadas de pasado

 

Bases ensambladas con pasión

Arquitecto de una vida programada

Que construye escalones de ilusion

 

Atrás los escombro de un amor

Alegrías que reciclan penas

Cemento que endurece el dolor.

 

domingo, 25 de agosto de 2013

Soy Ariel, ¿cómo están? Dejo un texto.

Mierda o arte

"Están supliendo el amor al arte haciendo palmas a los cantantes".
Desde que tenía uso de razón, Francisco recordaba preguntar qué había en la habitación prohibida. Creció sabiendo que después de la cena su padre entraba por horas. Lo único que podía ver desde afuera era una luz blanquecina.
Intentaba entrar luego de esos fines de semana donde iban decenas de personas a esa habitación. A los quince años, rompió la puerta y encontró que había otra puerta detrás. Con alegría, su padre vio en la destrucción un deseo y entendió que era el momento de conversar.
-Lo que te voy a mostrar puede cambiar tu vida-le dijo pausadamente. No sé si mi viejo y mi abuelo estarían orgullosos de lo que hago, pero me gusta pensar que sí, que ellos se quedaron a mitad de camino.
-¿A mitad de camino de qué?
-La clave de esto es el tratamiento químico, la documentación y la creación. Bueno, antes de todo eso viene la precaución. Ponete el traje protector.
-¿Podemos entrar de una vez y después me contás? – respondió cortando el clima de instrucción mientras se ponía el traje.
Francisco vio una serie de aparatos. No sabía para qué servían. Imaginó que eran para algún experimento, para curar una enfermedad. Después vio cuadernos apilados y una computadora. Sin saber qué eran, vio gubias, cinceles, gradinas y martillos de diferente tamaño. Su cabeza volvió a girar a la derecha, vio unas esculturas extrañas y no pudo asociarlas a su razonamiento. Fueron unos segundos de entendimiento y nuevamente las dudas.
-¿Qué es eso? ¿es mierda? – preguntó con una exagerada mueca de asco.
-No, es arte lo que hay en esos estantes – dijo el padre con seguridad. La de arriba a la izquierda es una reproducción de El grito. La que está a la derecha es mía y se llama Sinfonía cómica de sentimientos semi frustrados. La de abajo de todo, que es muy ancha, es una reproducción simplificada del Guernica. El que ves sobre el pedestal y vidriado es…
-Es el gol del Diego a los ingleses, algo sé. Están muy buenos, pero parecen ser de mierda.
-Sí, es arte hecho con mierda. Con la tuya, con la mía, con la que me alcanzan las personas a las que les gusta mi obra.
El adolescente miraba a su padre como si fuera un criminal. En esa habitación sólo se oía el aire acondicionado.
-¿Nunca te preguntaste por qué en tu escuela hay inodoros y acá no?
Francisco escuchó pero siguió pensando. No era eso lo que le importaba.
-Hace 9 años que me mandás a escuelas de arte. Leí lo que la crítica piensa de John Duncan y su vasectomía en Blind Date. También hice el seminario de mierda en el arte, nos reímos mucho con todos esos locos.
-No sabés de lo que estás hablando. Hijo, te guiás por lo que dice gente que enseña arte.
-Esto no es Mierda de artista de Manzoni. Esto ni tiene significado, no tiene sentido. Estás loco, esto es un desastre, quién puede pensar que esto es arte.
-La venta de mi Alegoría platónica de la caverna subvertida por la postmodernidad pagó esta casa. Es arte para mí, es arte para mis alumnos, es arte para los que pagan para venir a mis exposiciones y sin dudas es arte para el que lo compra.
Francisco creyó que su padre estaba loco y asoció con esa habitación todas las historias que le contaron sobre por qué huyó su madre.
El padre pensaba que quizás se había apresurado, tal vez su hijo era rebelde para romper una puerta, pero no para cuestionar las jerarquías que había estado aprendiendo durante toda su vida.
Estuvieron días sin hablarse. Ninguo quería dar el brazo a torcer y cada vez que intentaban conversar terminaban discutiendo entre cuestionamientos e insultos. Finalmente, llegaron a un acuerdo.
Francisco se incorporaría a las clases mensuales que daba su padre. Serían cuatro clases y si al llegar al cuarto mes él seguía pensando de la misma manera no se hablaría más del tema.
En la primera clase, el profesor mostró las documentaciones de su abuelo, su teoría sobre qué mierda era la mejor para hacer arte. También habló de los cuadernos de estudios de su bisabuelo, que intentó descubrir cómo sacar el olor a la mierda pero no lo logró.
En la segunda clase, todos los alumnos tuvieron que cagar en un tupper. El profesor fue mirando la materia prima mientras gritaba “el arte soy yo, el arte son ustedes, no necesitamos nada más”. Francisco se ponía colorado, pero veía las miradas de admiración en los alumnos y los elogios que murmuraban sin saber que él era el hijo.
El profesor mostró un aerosol sin etiqueta que quitaba el olor y aclaró que sólo podrían conocer la fórmula química quienes aprobaran el curso. Fue etiquetando los distintos recipientes con el nombre de cada alumno y explicó:
-Esta mierda ya está desperdiciada y lo importante es que entiendan por qué. Ustedes no van a saber cuándo es el momento ideal para trabajarla. Lo que tienen que hacer es ir tomando nota, aprendiendo de su mierda, del estado inicial y de los procesos que va experimentando luego de que se le quita el olor. Llévensela y póngala a 11 grados.
En la tercera clase, cada alumno comentó lo que vivió con su mierda. Todos la habían tirado al inodoro luego de un par de días, excepto Francisco, que había traído su tupper. El padre estaba orgulloso y lo dijo luego de la clase porque en ese momento prefirió hostigar a sus alumnos.
-Todos se guiaron por lo que dije. Había mierda que no tenía manera de llegar hasta hoy, pero la mitad de los tuppers que ustedes se llevaron podían haber sido trabajados en esta clase. Acá no es suficiente con creer o no creer, no es esa la línea que nos separa. La línea que nos divide es quererlo o no quererlo. También hay que estudiar, en los libros que les di está la clave de esto, no lo voy a explicar. Lo aprendí de ahí y ustedes pueden también, si tienen dudas me avisan. Ahora llenen el tupper y en la próxima clase hacemos una exposición con sus trabajos.
La noche anterior a la cuarta clase, Francisco salió corriendo de la habitación y buscó a su padre, a su maestro, para mostrarle su obra. No había hecho tiempo de sacarse los guantes de látex manchados.
-Entendiste todo en cuatro meses. Yo tardé una vida.
Francisco sonrió y dijo:
-Entendí todo, pero no sé si me lo hiciste entender vos.
-Pará, no te hagas el canchero. Yo tuve que retomar investigaciones, vos tuviste todo más servido.
-Yo te voy a jubilar, viejo.
-Primero vas a tener que aprobar el examen anual, sin eso no vas a poder usar más el aerosol. Te aviso que soy yo el que pone las notas.
Algo estaba naciendo y muriendo entre ellos. Ya no serían más padre e hijo. Tampoco rivales. Se miraron a los ojos y entendieron que era un momento inexplicable. Para romper el silencio, juntos agarraron la obra titulada Inodoro y la pusieron encima de Pedestal para la memoria colectiva, la primera obra que vendió el padre y que con los años pudo recuperar en una subasta.
Durante la muestra de la clase, los alumnos iban y venían por el cuarto haciendo comentarios. Inodoro despertó elogios y críticas y se armó un feroz debate sobre el real sentido. Unos creían que era sublime, otros que era una burla. Algunos criticaban su literalidad, mientras que unos pocos veneraban el nivel de circularidad de los significados.
Cuando todos se fueron, el padre le dijo a Francisco:
-Mi primera obra en realidad fue una puerta que tenía cadenas y a la cual mi viejo, mi abuelo y yo estábamos encadenados. Ninguno tenía cabeza. Detrás de la puerta estabas vos, que todavía no habías nacido. Tenías cabeza.

lunes, 19 de agosto de 2013

Hola chicos como les va tanto tiempo les quería pedir si alguno sabe que tenemos que hacer para el jueves me fui unos días de vacaciones y no entiendo mucho lo que mandaron por mail gracias Alejandra

domingo, 11 de agosto de 2013

Entrevista a Fabián Casas

en FM La Tribu, podcast:

http://fmlatribu.com/podcast/2013/08/09/fabian-casas-el-70-de-la-vida-es-un-cliche/

abrazos
S.

jueves, 8 de agosto de 2013


DANIEL FAUNES

Herramientas del grabado

Difuminadas trazas de la punta seca
testigo y testimonio de latidos
del corazón puesto en la mano.

Agujas : hirientes y afiladas saetas
que transitan la chapa.

Texturas de rebabas dispuestas,
sensibilidad sobre el blanco reflejo
del zinc pulido a espejo.

Nobles buriles labradores de tramas
e historias imborrables. Nubes sombrías,
triangulares, elevándose del suelo
del paisaje bonaerense, almas errantes
desfilando hacia los cóncavos cielos.


Incisiones y heridas grabadas en el cobre.

Los dúctiles metales sometidos
al genio del artista y artesano.

La línea que dibuja una mirada
En representación de quienes ya...
No nos miran.

Las herramientas duermen a la espera,
guardan para sí el dolor y la vergüenza,
del tiempo en que otras herramientas,
siniestros artefactos,  provocaron 
con tormentos la masacre
y nos dejaron las siluetas.





Herramientas2






Dialogan con la herrumbre,

Olvidadas, tiradas, envueltas con el polvo,


con la grasa y la quietud


del abandono.


Permanecen a la espera


de la sangre nueva.


En cajones amontonadas, impedidas.


Prisioneras, conviven en la escena


del taller que ha sido corrosivo


ácido de pasión controlada.

Allí está el metro midiendo

los tirantes, el goniómetro y la falsa escuadra.

El martillo, la maza y el cincel.

La francesa, la inglesa, y la estriada,

llaves y claves de apretadas tuercas,

los machos con sus hembras y terrajas.
Los niveles del mármol y el gramil de altura.

El punto con la punta en ele.

Mientras pendula la plomada con la brisa

y el ojo de sol alumbra los punzones,

que fabricó mi viejo, en la penumbra


de su taller fantasma,

cuando sin saberlo lo acechaba

el tiempo de los tiempos,

el lacónico, el inapelable reloj

que se detuvo. 


Y me dejó sus herramientas, 

que hoy duermen el letargo

a mi esperada y postergada suerte!








Herramientas3



Cizalla, guillotina, tijeras.

Cizalla o guillotina

del acero más duro, tijera

que troncha el hierro de gruesos espesores.

Inútil herramienta para cortar sutiles lazos

tejidos por los hilos de la baba del diablo.

Cuchillo de agua que atraviesa intersticios

socavando invisibles espacios moleculares:

inservible a trozar el perdurable aliento...



Laser lacerante que todo lo perfora

y controlado lee los mensajes cifrados,

ciego a leer los corazones armados,

fracasa en la hora de horadar los recuerdos, y

las memorias del cuerpo no las borra.



Ni las grandes muelas de widia

Ni el tungsteno de las sierras

Ni el diamante de los discos

Logran lo que logra la indiferencia

o la malicia, el desamor, y la estulticia

de una trituradora de sueños,

amores y esperanzadas fantasías,

en un cuerpo vaciado de sentido.






Herramientas 4



Un palito alargado en punta

una piedra afilada,

el tallo firme, atado

por otros más blandos,

planas, finas, cortantes

tiras de mimbre.

Sencillas, primitivas, esenciales.

Manos de las manos.

Artificios del barro de la remota tierra

en que floreció la agricultura,

e hizo nacer a la escritura.

Estacas, y estecas que juntas

trabajaron la arcilla, y ofrendaron el arte

en sacrificio.

Hermanas de cinceles y punzones,

rascadores incansables de ocultos

rituales: culto de las formas,

y simbólicas incomprensiones,

mudas metáforas amorfas.

Sustituciones precoces, materiales,

de la sensible fugacidad eterna.

Herramientas, primigenias

prolongaciones

de mano y pensamiento.

sábado, 3 de agosto de 2013

hola, acá les dejó parte de la charla de  Hebe Uhart en la UNLZ, de la que hablamos la otra vez:

http://www.youtube.com/watch?v=sjoasS6K01w


abrazos

*
Mauro: acá está la biblio de Uhart:

http://es.wikipedia.org/wiki/Hebe_Uhart

los Relatos reunidos están publicados en Alfaguara, supongo que se consiguen los libros más cercanos en el tiempo.
abrazo
S



viernes, 2 de agosto de 2013

consignas

hola, cómo andan
acá van unas consignas por si se quedaron sin:

* Para narrativa: Escribir un cuento de por lo menos tres partes o capítulos, incluyendo:
1 perro negro - 1 cuchillo oxidado - 1 botella de whisky -1 gitana - 1 noche en vela - 3 enanos - flores marchitas sobre una tumba
Puede incluir, como procedimientos:
+  un diálogo entre dos o más personas sobre algo o alguien que no se nombra
+  un soliloquio del protagonista (cuando alguien le habla a otra persona, pero no aparecen las contestaciones de la otra persona en el texto)
+  una descripción de una acción con mucho movimiento, p.ej.: cortar leña - apagar un incendio - una pelea entre varios/as - una relación sexual - cavar un pozo - etc.

* Para poesía: Escribir 10 poemas con un mismo tema:
Ventanas (de casas familiares, propias, de amigos, del trabajo, del colegio)
Animales (salvajes, mascotas, insectos)
Agua (ríos, mares, bebederos, corriente)
Instrumentos (musicales, utensilios de cocina, médicos)
Puertas (idem ventanas)
Herramientas (para construir una casa, de jardinería, de un taller mecánico)

utilizar la descripción como procedimiento principal, se pueden armar clasificaciones, describir situaciones con los elementos tematizados, relacionar ese tópico con otros, lo principal es construir una serie.

abrazos!
Santiago y Mauro

lunes, 29 de julio de 2013

Mauro Litvak - (el de la ranita)

(este es uno de esos que como dijeron ambos coordinadores alguna vez ...ya me pudrí de leerlo yo solo. lo tengo de hace un tiempo...cada vez que lo leo me corrijo algo y se que hay mas por corregir o por omitir. por favor no duden en señalar y corregir libremente... el "titulo" todavia no sé si es el "titulo". 
perdon si el formato es incomodo de leer, lo escribí así y si le saco el formato se pierden un monton de cosas.)



PORQUE ELLA NO SE OCUPA, LA RANITA SE ESCAPA

Después de estar un tiempo mirando nada, veo una ranita saltando. Me sobresalto por la sorpresa, pero rápidamente, por el movimiento, supongo, me doy cuenta de que es una ranita. Una vez que estoy segura, me decido a atenderla: Con algo de torpeza le digo “hola”. No me responde, se mueve. “o eso quisiste decir” le pregunto, y ya no se mueve. Ahora creo que estamos hablando. Se queda quieta un segundo y pega un par de pequeños saltitos, sin escapar. Le hago un gesto, como preguntando a donde quiere ir. Entonces, mientras la ranita me mira asustada, el ruido de ellos inunda el clima. La rana no consigue esconderse.
     Mi novio y sus amigos habían salido a dar una vuelta. Estamos en el sótano de uno de ellos y vienen de comprar algo en la Shell, y supongo que fumaron faso. Mi novio y el anfitrión bajan haciendo un ruido torpe, como rompiendo un triste silencio.
Ellos se sorprenden y hacen exclamaciones: “una rana boludo!” y primero reaccionan con susto, después se ríen (de ellos mismos, supongo) y quieren conseguir atraparla. Mi novio se apura a decir “es una rana chabón, agarrála” y el otro se apura, entonces, a querer agarrar. La rana escapa de a cortos saltitos. Muy rápidos, ellos se asustan con cada brinco y reaccionan al instante, es gracioso. Me gusta pensarlo como un trémolo visual, la secuencia se corta y se detiene rápidamente, sin ser abrupto ni torpe, como si faltaran fotogramas. Los muchachos escandalizados, no parecen llegar nunca, la ranita sabe que estoy de su lado. Dije gracioso, me arrepiento, no sé, me invade la tristeza. El aire me aprieta con un dedo afilado, hay extremo peligro, adrenalina; ella me mira, imaginen sus ojos ahora, no son saltones, explotan, los míos también. Hola le grito. Creo que no me escuchó. Es que no hay más tiempo, ellos se acercan.

Hoy es el día del fin del mundo. Estamos de noche en el jueves 20 de diciembre del 2012. Mi novio y un amigo querían juntarse a escuchar discos pero fracasó la reunión. Nadie cumplió con la idea de armarse un buen compilado de canciones apocalípticas, o algo así. Durante mucho tiempo estuvieron entusiasmados con esa idea, y tomar unas birras, pero hoy que llegó el día nadie se acordó y no hay nada de eso. Al principal amigo, con el que tuvo la maravillosa idea mi novio, le dio paja venir. Pero el anfitrión se acordó sobre la hora y estamos en su casa. Estamos la mitad de los pensados.Y tomando cerveza. Y creo que fumaron faso. Así que me río y juego con una ranita. Que ellos tratan de atrapar.
     Pero tienen miedo. Mi novio dice que le parece una ranita preciosa y que no se anima, el amigo amaga un intento, pero tampoco. Le da cosa. Así entonces se acuerdan del otro, el amigo faltante. Creo que está en el baño. Tal vez porque es el más grandote, parece más rudo, puede que sea por una cuestión social (que yo creo que no existe pero es parte de nuestra cultura en este momento, y no aprendo a superarlo) o tal vez porque es de un barrio supuestamente más bajo y tiene “más vida”. No sé, creo que por eso suponen que, tal vez, el amigo del baño, pueda agarrar a mi amiga la ranita. Para llevarla afuera hay que hacer un trámite bastante espantoso para el anfitrión. Que, encima, ofrece una especie de invitación (de compromiso, me parece) diciendo “uh, encima hay que llevarla afuera, que quilombo”. Lo que mi novio interpreta es que hay que agarrar a la ranita y subir las escaleras del sótano, abrir una puerta de madera pesada y caminar por un largo hall de entrada de una casa antigua y enorme, con piso de madera. Todo hace un ruido terrible, hacerlo; con una ranita, y, encima, abrir alguna de las ventanas de madera, pesadas y enormes, para dejarla libre es el “quilombo” al que se refiere el anfitrión. Porque están los abuelos durmiendo. Entonces, en ese momento, escuchamos a Rúben.
Rúben estaba en el baño. Cuando volvieron de la rondita de faso, mi novio y el anfitrión bajaron, y Rúben fue directo a no sé qué. Entonces ahora se escucha el ruido de la cadena y piensan que seguro Rúben puede sacar a la ranita. Cuando se dieron cuenta que estaban salvados se relajaron bastante. Mi novio se acerca y pregunta  “¿viste eso?”, le digo que sí, y que también me parece simpática, “es linda”. Le dije que la dejemos con nosotros.  El anfitrión se estaba prendiendo un cigarrillo y dijo que no, que no podía tener una rana en el sótano, porque su viejo que blablablá. Mi novio se ríe y me pregunta que porqué me parece simpática. Le digo que hablé con ella muy poco pero que me saludó muy amable. Entonces mi novio insiste en que se quede con nosotros, que la dejemos escuchar música, tomar birra y eso. Es que, aunque nadie había hecho compilados apocalípticos, estamos escuchando un disco de los Bush Tetras que puse yo, por suerte. Pero demasiado tarde, Rúben ya está bajando, pobrecita. Alarmado y orgulloso de su descubrimiento grita: “che una rana, boludo… Hay que sacarla”.
Yo no quise decir nada, mi novio dijo que la ranita hablaba y qué como es simpática podíamos incluirla, el anfitrión se cagó de risa con eso, después dijo que no, y Rúben preguntó qué si la sacaba. Le dije que no y él me dijo, con tono bromista seductor, “¿cómo qué no?” y yo le contesté, siguiendo su joda, su tono: “¿qué no que, eh, qué no qué? Y nos reímos, y el anfitrión dijo “algo tenemos que hacer”.
Afuera era un quilombo sacarla, además no sabíamos quién iba a hacerlo. Porque como había pensado mi novio, supongo: que no es lo mismo hacerlo con la rana 20 segundos, en la mano, y tener una ventana cerca o algo, y rápido poder liberarla; que toda una travesía tenebrosa, por el acecho de los abuelos y los ruidos de la madera chillona. Y el peligro que eso conlleva. (Lamento decir esa palabra, pero no encuentro otra mejor). Ahora Rúben decide sacarla, “ya fue”. La discusión empieza: que si es bardo, el ruido, que no la podemos dejar acá. Ese tipo de cosas. Yo no digo nada, sabían mi opinión. Un poco me río, porque me gusta.
Al fin la ranita es agarrada. Después de bastante esfuerzo, y no se crean que no ayudé, aunque tardé un poco. Rúben pudo agarrarla. Viscosa en la mano de ella se resbala, apretar y ceder al dolor ajeno, sentirse sorprendida por el daño ocasionado y gritar y reir nerviosamente, mirar su mano enchastrada y secarse con la ropa, volver la mirada hacia adentro y no poder verse por la parálisis del colapso de la vergüenza.  Decía,… que (Rúben) ya lo había hecho un par de veces. Que en la granja en la que trabajaba el viejo solían pasar esas cosas. Nosotros sabíamos, vagamente, que un par de veces recolectó huevos, y yo supongo que limpiaba bosta de caballo. Pero ahora lo que hacía era tenerla sujetada con fuerza, apretujándola, y sin pensar en el bienestar de ella ni un segundo. Entonces la miré con pena y le dediqué un saludo silencioso. Ella con dificultad, y gesto de dolor y terror, me miró con ojos cargados y explosivos, a punto de reventar, saliéndose de sus huecos gelatinosos y verdes, apuntándome, gritándome,  de bronca, como diciendo cobarde, y yo primero no entendí, ¿Qué pasaba? quise pedirle perdón. Pero creo que no me escuchó: Rúben subía las escaleras con la ranita sufriendo en sus manos.
Me siento horrorosa. Los huesos pesan demasiado y la garganta se achica. Fui mala, no hice nada, estuve juzgando y juzgando. Riéndome. No hice nada por la ranita y ella, ahora, me odia.
Me levanto, angustiada, y me hago la distraída, mi novio me mira y se acerca. Mientras, el anfitrión le dice a Rúben que tenga cuidado, que no haga ruido. Y Rúben, que ya estaba subiendo, le dice que sí, quédate tranquilo. Yo estoy angustiada y mi novio se acerca y me agarra de la cintura; un poco sexi y creo que me gusta, pero no ahora. Me siento mal y angustiada. Se da cuenta y siento que me mira raro, pero lo ignoro. Me mira más raro, como diciendo que la rara soy yo. Pero a él no le importa la ranita, que Rúben aprieta, estrangula…
Entonces ella se preocupa. Y está tan preocupada porque no pudo ocuparse. Ella no llega a alcanzar a Rúben. No se ocupó y dudó mucho, todo el tiempo. Entonces cuando ella llama Rubén; Rúben abre la puerta. Entonces todos sabemos que el peligro de los abuelos acecha…Lo que pasa es que la puerta no abre y Rúben, sorprendido, deja caer la ranita. Que libre, y aliviada, logra esconderse en el sótano.


Cuando estuvimos de nuevo juntos, todo empieza de vuelta:
Yo me senté cómoda pero inquieta, en silencio. Así no llamo la atención. Y el anfitrión que dice “che!”, mientras se prende un cigarrillo. Y Rúben dice “che, no abre”. Yo me quedo en silencio y veo que mi novio se mueve nervioso, se da vuelta y hace gestos preocupación.

 La ranita los mira desde atrás de un cuadro
El cuadro apoyado en el piso es de Vilas. Una gigantografía enmarcada del tenista de joven. Con su bincha clásica y dando un revés. Ella lo está mirando desde una silla muy cómoda. La luz alumbra la parte del cuadro, el fondo del sótano. Y a la derecha está la escalera, donde está Rúben sentando. En el medio hay una mesa cubierta de un mantel de pool, donde está el anfitrión. El novio, más bien, del otro lado del cuarto, que no es muy ancho, se mueve al ritmo de la música. Incluso se da cuenta de que le están prestando atención, y va y le sube. Suenan los Bush tetras, al mango,you can’t be funky / you can’t be funky
Me mira y sonríe. Creo que mi novio y sus amigos están fumados. Es obvio y me altera. No tengo razón y no puedo demostrar nada porque nada me justifica. Espero que no se den cuenta, encima quiero salvar a la ranita. Y me parece que se han olvidado. Rúben repite pero nadie le presta mucha atención: “che, no abre!”(…)”¿se dan cuenta que..?” y lo miro y me mira, levanta las cejas, como si algo brillante hubiera dicho, nadie dice nada, mi novio sigue bailandoYou can't be funky / You can't be funky. El anfitrión está sentado con su cigarrillo y sus pensamientos, tal vez el futbol o alguna fantasía homosexual, o tal vez no piense. El anfitrión no funciona muy bien sin condimentos, o mejor dicho, sin nafta, se pide nafta, piensa y después: lentamente, y casi con esfuerzo, y un suspiro, mira una cerveza. Y todo esto con mucha lentitud, y como si su mente realmente pesara demasiado, como si fuera todo; el anfitrión agarra la botella, la mueve, está vacía.
-  che que paja. No hay más birra
-  che, no abre –
- fíjate bien, a veces se traba – dice el anfitrión
- no abre boludo, fíjate. – responde Rúben.
     Yo desde mi lugar, cómodamente sentada pregunto si estamos encerrados en el sótano el día del fin del mundo. Y todos empiezan a cagarse de risa. Yo también me río un poco.
     La ranita, atrás del cuadro de Vilas, los sigue mirando.
Me levanto y me acerco a mi novio.Hago un par de movimientos ligeros y a ritmo, pero no quiero bailar.Solo estiro el tiempo, y lo que hago es buscar a la ranita. Ellos claramente se han olvidado. Empiezan a estar preocupados por lo de la puerta. Rúben un poco, casi demasiado. Al cabo de unos minutos, mientras yo estoy atenta al piso y fijándome atrás de los muebles y eso, veo que los tres suben la escalera y forcejean el picaporte. “qué raro!” dice el anfitrión. “Llamemos a tu viejo” le dice alguno.Ya no les presto mucha atención y me acerco a un cuadro, de un tenista. Me pregunto qué clase de persona tiene un cuadro de un tenista en su casa. El cuadro está apoyado sobre el piso, inclinado hacia atrás para mantenerse parado, así se mantine, por el ángulo que forma, como una cueva, en relación a los noventa grados del piso y la pared; y yo mientras: me acerco. Camino agachada y atenta, la cueva que se forma entre el cuadro y la pared está totalmente oscura. Escucho de arriba: “no hay señal, no puedo, no creo que ninguno tenga señal, boludo”. Desde pequeña me pasa que a veces no coordino bien al caminar, más que nada es al caminar, con las manos si soy buena, pero camino mal y eso, y me costó muchísimo aprender a andar en bicicleta por ejemplo. Porque mi pie derecho avanza cuando no debe y golpea el cuadro, un puntapié seco y fuerte, ¡PLAC! El cuadro se cierra de golpe. Ruido seco y fuerte, contra la pared. Los chicos se asoman, bajan corriendo, preguntan qué pasó. Los miro, pido perdón, fue sin querer. La foto del tenista estaba completamente recta, contra la pared, noventa grados, la corrí para ponerla como estaba, formando la cueva de vuelta. Veo como sus rostros se agrandan, se expanden mejor dicho. Sus ojos, sus bocas, se forman tres OH perfectas y al simultáneo, todo en silencio. Lo sé: verde viscoso aplastado, la ranita muriendo.


“La concha de cristo” dijo mi novio. Yo hice un ruido raro, estaba realmente apenada. Me impresionó mucho y sentí muchísima culpa. Realmente no estaba bien eso, no era justo. Pobre ranita.
Cosas como “que garrón, la puta madre y ¡uh boludo!” decían los chicos. Yo me tapé la boca y la seguí observando un rato, me llené de horror, estaba enojadísima conmigo mismo. Me di vuelta y me senté en la silla más cómoda. Ahora estábamos encerrados en el sótano el día del fin del mundo con una ranita muerta. Más que nunca había que sacarla afuera, yo quería despedirla como dios manda, de verdad, me sentía triste y con muchísima pena. Mi novio se me acercó y me dio un beso en el cachete, yo quería llorar, pero no lo hice. Entonces:
Rúben repite “che, se mueve”. Al anfitrión algo de todo aquello le resultaba muy gracioso, a Rúben, entonces, también. Estoy segura que fumaron. Mi novio decía que era un asco, que garrón y todo eso. Yo empecé a putear a Rúben, que se reía muchísimo y se hacía el canchero. Le dije que cierre el orto, “pelotudo!” pero creo que nadie deja de hacer nada por esas palabrotas, y menos Rúben, que cuando quiere es un sorete. Más cuando está fumado, y eso. Mi novio la intentaba caretear con ese tema, realmente no quería quedar como un boludo en frente mío, me doy cuenta, aunque pienso que él no debería reprimir tanto sus sentimientos, en general, pero más cuando está loco, porque sería mucho más piola y posiblemente no me molestaría…de verdad la ranita movía sus patas y yo no quise levantarme. Pedí que hagan algo, mi novio dijo “si, dale loco, ya fue” y Rúben dijo “bueno, pero yo ya la toqué.” Todos nos quedamos mirando al anfitrión, que tardó en reaccionar y nos fue mirando uno a uno. Dijo que no, ni a palos. Entonces mi novio le dijo que bueno, que iba a quedar la ranita muerta ahí, siempre, hasta podrirse. El anfitrión lo miró con cara de bronca, seguido de una sonrisa, todos se rieron: “hacélo vos” dijo. Nos quedamos en silencio un momento.
Antes de pensar en cómo sacarla afuera, o despedirla como dios manda, o lo que sea;lo que hay que hacer es sacrificarla. Habían pasado varios minutos y la ranita seguía viva, o eso creemos. Estaba sufriendo. Alguien tenía que matarla.
La cosa estaba entre mi novio y el anfitrión, la excusa de Rúben era válida, o por lo menos irreprochable. Él ya lo había hecho, o por lo menos intentado. No sé muy bien por qué, a mí ni me miraron.
     La bolsa que adentro tiene una rana rebota tres o cuatro veces. Las ranas tienen huesos finitos y crujientes. Suenan, se parten, se astillan. Todo se escucha y resuena en el baño. Las caras de los espectadores en silencio, reflejan dolor, o lo intentan, algunas más sinceras que otras. La única chica se tapa las orejas, su cara triste, de verdad, se siente culpable, angustiada. El anfitrión es el verdugo. Estalla, en el baño, una bolsa con una ranita agonizante adentro.Hasta que se deje de mover por completo no para. Son tres o cuatro los golpes, y la bolsa rebota.
- ¿Listo? – pregunta mi novio
- Sí, creo que ha muerto – responde el verdugo.


Estamos en silencio desde hace un rato. El anfitrión la verdad que tuvo coraje. Dejó la bolsa quieta en el baño y bajó. Quedaba un poco de cerveza y se la sirvió toda para él. Nadie le dijo nada.
-¿qué hora es? – pregunta Rúben al rato.
- las tres y algo – responde mi novio – queda una birra ¿la traigo?
     Nos acordamos. “la concha de cristo”. Sube y se escucha que intenta de nuevo. La puerta no abre. “pobre ranita” dice, debe estar viendo la bolsa. Se escucha que intenta de nuevo, no abre. Baja y todos lo miramos, nadie dice nada. Silencio.
Estamos en el sótano encerrados, me quedo dormida. Cuando despierto los chicos están acostados también.Cada uno donde pudo. Creo que voy a dar una vuelta. Me levanto sin hacer ruido. Rúben se agarró el mejor lugar, el sillón de dos plazas, y él ocupa ambas. En la misma silla, con medio vaso de birra caliente, duerme el anfitrión. Y mi novio, también dormido, me pregunto cómo, debe estar incomodo, contra la pared, sentado, al lado del cuadro del tenista. Paso en silencio sin hacer ruido y subo las escaleras. Entro al baño, veo la bolsa pero no la miro. En el espejo me odio, me siento. Hago pis con los ojos cerrados. No hay papel. “que poronga!” susurro. En el espejo me odio de nuevo mientras me lavo las manos y, ¿recuerdan eso de que camino mal? Va de nuevo:
     La chica camina como si se odiara, como si estuviera viendo su odio. De tal forma que no se mira, por lo tanto, camina mal. Al dar un paso hacia atrás pisa una bolsa que hay en el suelo. La bolsa contiene una ranita aplastada y triturada. El pie de la joven se hunde despacio y, con la torpe reacción del susto, despega muy rápido. Entonces la chica empieza a gritar. Golpea el espejo y las paredes, grita muchísimo. Tres varones de su misma edad suben corriendo la escalera. No llegan a terminar sus palabras, que supongamos que son de preocupación - juzgo por sus rostros - que ella los empuja. Los tres jóvenes habían subido corriendo uno tras otro por una escalera finísima.Con el empujón se genera el famoso efecto dominó. Los varones van cayendo, amontonándose en  el suelo del sótano. La chica fuera de sí golpea la otra puerta que hay arriba de las escaleras, la que comunica ese baño y el sótano con el resto de la casa. Pero no, está cerrada, y del otro lado... no hay respuesta. Entonces:

Ella se hecha, acurrucada, doblada sobre sí, con las manos tapando su rostro. En crisis nerviosa, sola, o mejor dicho, con una rana y tres amigos, todos muertos, en un sótano, el día del fin del mundo, está encerrada.